
Dita espera sentada.
Dentro del nomenclator psicópata, el prototipo que más se ha adaptado al entorno post-industrial, siendo su máxima depuración o su degradación absoluta, es el multicida, el serial killer, el asesino en serie, consecutivo, en cadena o como se le quiera traducir. Un asesino es una modalidad de psicópata que pasa a la acción y que desarrolla una adicción más o menos repetitiva por el simple hecho de matar. Como Manson. No el parafernálico cantante que toma su apellido, sino Charles. El asesino en serie. Y en serio. Pero no es con Charles sino con el tenebroso Marylin Manson con el que la bella modelo Dita Von Teese contrajo un matrimonio bien mounstruo en noviembre de 2005. Ella presentó una solicitud de divorcio en diciembre del año pasado. Y aunque parece no estar para nada triste tras su ruptura con el andrógino y horripilante cantante, Dita tiene un presagio. Una extraña premonición. Una intuición, tal vez. Como un hincón en el estómago.
Los que lo conocen dicen que Manson anda en estos días con un humor de los mil diablos. Hace poco Dita se mostró muy contenta en la gala benéfica anual paralela al Festival de Cannes e inclusive dio un espectáculo muy sensual (se sacó casi toda la ropa y "montó" un lapiz labial gigante), y deleitó al público asistente. Al terminar el evento y pasada la medianoche la espectacular mujer regresó a su apartamento sola. Dice estar tranquila. Serena. Dice sentirse libre, con alas. Protegida. Segura, sobre todo en esos días. Sin embargo, las malas lenguas señalan que por las noches Dita cierra las puertas con siete llaves y en la penumbra recuerda lo una vez una amiga le dijo: "cuando una presiente que será una víctima, acaba siéndolo". Podría haber una excepción, pero si esta noche hay sangre, se confirma la regla.
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