lunes, 7 de mayo de 2007
Arete
Bailaba totalmente desnuda y sólo llevaba zapatos taco aguja y un arete en el ombligo. Los ansiosos ojos del respetable iban de un lado a otro al ritmo de aquella melosa canción. Cogí mi vaso, di un sorbo a ese ron con coca cola y lentamente me acerqué. A pesar de la intermitencia de las luces y el humo de los cigarrillos pudimos cruzar nuestras atónitas miradas. Apenas me vio, dejó de bailar. No se cubrió los senos. Nunca le había visto ese arete. Sus manos fueron directamente a su cara. Movió los labios pero no la oí. Dio media vuelta y desapareció. Ya no hubo boda. Tampoco volví a faltar a la fábrica.
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